martes, junio 05, 2007

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En el barrio yo no conocía mucha gente. La verdad es q por encuentro inevitable saludaba al verdulero de la esquina a la peluquera , al que vendía los kinos y al perro salchicha del frente, pero nada mas. Allí, las casas me parecían inamovibles, como fortalezas encerradas en si mismas. Muy pocas veces molestaban los gritos de cabros chicos tomándose la calle para jugar, siempre restaba un exasperante sonido de pasos aislados y un rechineo crónico de hojas de árbol. Un dia en verano a stgo lo invadió una ola de calor, el sopor nos pertenecía tanto como la falta de oxígeno, lo q me obligó a estirarme en la cama a no moverme y dormir entre sudor. De pronto me despertaron rabiosos gritos femeninos de afuera. Ansiosa de un suceso me acerqué a la ventana, una pelea con un inspector de la municipalidad que pedía la retirada a las casas respectivas de 3 viejas guatonas en traje de baño q habían instalado silla, bronceador y toalla para tomar sol a calle abierta. Con la impotencia del aburrimiento salí .Junto a otros rompimos el grifo de la cuadra que eyaculó agua fresca para el orgasmo de todos los vecinos que salieron a continuación. Un viejo feliz en calzoncillos de la nada te conversaba de que había que transformar esta ciudad con una revolución lúdica, que trajeramos a los niños y una oncesita para compartir. " y mijita esto no termina aqui, ahora tiene nuevos amigos"

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