viernes, julio 02, 2010

La sangre tenía fragancia de flores

Sin recordarlo, se que en los sueños aparece un lápiz verde. Es el mandato y es mi mandato. En una hilera de bicicletas encadenadas con mi amiga tenemos tiempo de soltarnos, se rompen los bloques encadenados de ruedas y con ella jugamos, mis pies pedalean sus manos mueven el manubrio. En los espejismos del agua de esta carretera, todos (des) individualizados somos una imagen holográfica y radiante pedaleando en contra de los autos. En los derechos humanos me encuentro con la mediocridad de quien le ha sido robado el poder. El poder te da humildad y no se te ofrenada a no ser de que obtengas el lápiz verde. Sin él no puedes escribir o te destruyes de mentiras. Mientras enlazan en engaño mi brazo izquerdo se me da a recibir un mensaje de suma importancia respecto a los hermanos del cielo. Tu conoces al ladrón y dejas que te robe, que tome todas las copas que hay en las nubes. Me muestran una nave que tapa el cielo, ruidosa y pesada. No existe la luz, me dicen, no están arriba. Pero yo recibo su ayuda con mi copita en la mano izquerda y las nubes blancas cayendo del cielo me evaporan de apoco en transparencia. El lazo está hecho en el rayo y puedes dar todo desde la puerta infinita. Con ellos también tengo un lazo, con sus naves, con su fealdad, sino el universo ya sería una sola estrella hermosa. El universo espejo que miedo va a tener con el lápiz verde dibujando aire, hojas, frutas y perros, quienes en un tiempo hacen dibujos de luz verde. Yo observo el poder creativo que se les ha regalado desde su centro inmenso y también me dibujan a mi. Uds feos no existen, se los aclaro de claridad.

me da lata explicar la vola del don pio nono, lo unico q me cae bien.

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