jueves, agosto 04, 2011

El plan regulatorio de este blog es estricto y tajante

La belleza es frágil. Y esto es otra verdad casi irrefutable. A las orquídeas calipsos que crecen bordeando los senderos en el bosque templado les lleva por lo menos nueve años regenerarse. Esto es un acto heroico de palingenesia que se da entre medio del bosque. Su color rosáceo estalla en primavera en las faldas de los pinos. Pero si un intruso palpa sus tallos, mueren pronto. No así si sólo se tocan los pétalos. Ésa es la belleza de la vida: frágil y delicada, como todo lo que pasa por nuestras manos. Los seres humanos no somos sino naturaleza. Pretender lo contrario es caer en la alienación. Es olvidar la belleza. Cuando niños, o niñas, los peques van al zoologico. Esa experiencia es parte de un primer entrenamiento: distanciarnos del resto de los animales. Todos habitamos este planeta, que nutre y brinda alero a todas las criaturas vivientes. El balance entre todos y el planeta es frágil y precario como una orquídea. No buscar la función de la naturaleza, a fin de hallar su utilidad para controlarla y dominarla, parece ser un desafío crucial. En cambio, observarla para apreciarla es buscar plenitud. De ello depende nuestra existencia y la de muchos otros. Por eso desaprender el primer entrenamiento de la infancia para poder disfrutar la belleza que hay en lo natura es una necesidad primordial.

del anarco Jesús Sepúlveda mu weno.

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